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El hombre cuya casa quedó atrapada en una lujosa construcción porque no quiso venderla

Actualizado: 5 jun 2023


Orlando Capote ha luchado durante años para mantener la propiedad que sus padres le dejaron en herencia.


La casa de Orlando Capote está ubicada en medio de un enorme desarrollo inmobiliario en Coral Gables, Florida.



Vivir rodeado de lujo puede ser el sueño de muchos, pero para Orlando Capote ha sido un dolor de cabeza.

En 1989 se mudó con sus padres a una casa en una tranquilla y soleada calle del suroeste de Miami, sin imaginar que 25 años después él y su propiedad entrarían en una disputa con un gran consorcio inmobiliario.


"Cuando llegamos a este país en el año 1969, la renta era como de US$150 o US$200 al mes, pero subía y subía. Y mi papá siempre quiso tener una casa. Es el sueño americano y uno trabaja para alcanzar ese sueño", le cuenta Capote a BBC Mundo con nostalgia.

"La compramos los tres, mi mamá, mi papá y yo", explica sobre la modesta vivienda de un solo nivel en la calle de Coconut Grove Dr, a unas cuantas calles del centro de Coral Gables, una ciudad del condado Miami-Dade que cuenta con casas valoradas en millones de dólares.


Hoy Capote ya no tiene a ningún vecino conocido. Ahora vive rodeado de los lujosos edificios de The Plaza, un desarrollo inmobiliario deUS$600 millones que incluye un hotel de 242 habitaciones, restaurantes y tiendas exclusivas, oficinas y departamentos residenciales de alta gama.


Su propiedad de hecho colinda directamente con edificios de 8 pisos que le han bloqueado la luz del sol y la brisa. Incluso la vista al frente de su casa está obstruida por unos grandes maceteros del desarrollo inmobiliario que Capote llama "los ataúdes".





"Somos inmigrantes. Mis padres dejaron todo en Cuba para traerme aquí. Y trabajaron mucho. Y aquí nos quitaron el sueño americano y se lo dieron al desarrollador", lamenta el ingeniero de 64 años.





Y es que para él, el gobierno de Coral Gables dio todas las facilidades a una firma inmobiliaria a costa de sus derechos y de su acceso a los servicios públicos que todo residente de la ciudad tiene.


Después de casi dos décadas de disputas y presiones, dice que está más decidido que nunca a no marcharse.












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