Durante un vuelo de México a París se presentó una emergencia médica en la que se veía implicada la vida de un pequeño de cuatro años
Un chico de cuatro años que iba en un vuelo México-París tuvo la suerte de sobrevivir a un cuadro de apendicitis gracias a la ética de los pilotos, médicos y padres.
Luego de tres semanas de vacaciones en México, con muchos traslados, aviones, autobuses, piñatas y diversión, Lucía, su esposo y sus dos pequeños hijos regresaban a su hogar en París el pasado 8 de agosto del 2023, cuando en medio del vuelo AF0179 Air France se solicitó a un médico voluntario para ayudar al pequeño.
A bordo iban las sobrecargos y la mexicana Lucía Denisse Ayala, quienes hacían lo posible para controlar el dolor de su hijo, Marco, de cuatro años de edad, quien sentí un dolor intenso en el estómago
La doctora Violeta Álvarez Perdomo venía dormida, pero su hermana la despertó. La médico recién operada pensó que otro médico ayudaría, pero nadie se levantó: "Estaba temerosa porque soy pediatra y pensé que el pasajero sería un adulto. Pero me ganó la ética y dije: voy a ver en qué puedo ayudar".
Al llegar con el chico, todos fueron a la sección de Primera Clase para acostar al niño. Le dieron los instrumentos con los que contaba la tripulación: un estetoscopio para adulto y un monitor de presión, también para mayores de edad , el cual no funciona en niños porque sus brazos son pequeños y el brazalete arroja lecturas erróneas.
Al momento de hacer el examen de tacto, cuando la doctora tocó el abdomen del pequeño, se dio cuenta que se trataba de una apendicitis: "20 años de experiencia como pediatra en urgencias del hospital La Raza del IMSS resultaron invaluables. Su segundo diagnóstico fue infección de vías urinarias y el tercero, constipación intestinal".
"No me creían porque el niño estaba dormido. El paracetamol va a enmascarar el cuadro, pero cuando pase el efecto, en cuatro o seis horas, puede ser que reviente el apéndice y entonces venga una periotinitis".
Desde la cabina, el capitán preguntó si debía desviar el vuelo o el niño alcanzaba a llegar a París. La decisión la tenía la doctora: elegir si continuar con el vuelo o regresar.
"Desconozco el procedimiento de protocolos aéreos, pero desde el punto de vista médico el niño requiere toma de laboratorios, radiografía, ultrasonido del apéndice y valoración por cirugía pediátrica. Es muy arriesgado intentar llegar a París. Necesita un hospital ya."
Ante ello, la doctora tuvo que hablar con los integrantes del Servicio Médico Francés (SAMU) que es el seguro social francés ante el cual la empresa debe justificar su decisión de cambiar el rumbo del avión para que entren en operación los seguros. Le preguntaron si había dificultades respiratoria, si requería valor, si se trataba de una meningits.
A la respuesta médica de la doctora, el SAMU decidió que sí debería atender al niño rápidamente. "Estamos de acuerdo con la doctora, sí tienes que desviar", dijo el responsable médico desde París.
El Boeing 77-300 paró en el último punto de tierra de Canadá, en el aeropuerto de San Juan de Terranova, donde hay un hospital de urgencias médicas. "Es el último punto antes de que se acabe la tierra", explica Lucía, periodista mexicana casada con Fréderic Bunge.
Al descender del avión, Fréderic Bunge tuvo que quedarse con su hijo, ya que él tenía el seguro de cobertura médica en el extranjero, comprado con su tarjeta de crédito, pero sólo incluía los gastos de un papá. La doctora bajó a dar el parte a los paramédicos canadienses. Les hizo hincapié en que debían realizar un ultrasonido.
Después de una hora de escala, recargaron combustible y continuaron su vuelo a París. Lucía iba a bordo con su hija y horas después, por WhatsApp, su esposo le confirmó el diagnóstico: Marco tenía apendicitis y constipación. Violeta había diagnosticado correctamente
Gracias a esto, la cirugía pudo hacerse a tiempo, evitando que el apéndice de Marco explotara.
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