La tensiones entre el jefe de las fuerzas armadas y el jefe del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido estallaron en un enfrentamiento sin precedentes.
Las tensiones han estado incrementándose desde hace semanas entre los dos generales más poderosos de Sudán, que apenas 18 meses antes orquestaron un golpe militar para descarrilar la transición del país hacia la democracia.
El fin de semana, estas tensiones entre el jefe de las fuerzas armadas, general Abdel Fattah Burhan, y el jefe del grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido, general Mohamed Hamdan Dagalo, estallaron en un enfrentamiento sin precedentes por el control de esta nación rica en recursos naturales con más de 46 millones de habitantes.
Ambos hombres, cada uno con decenas de miles de soldados emplazados en la capital Jartum, prometieron que no negociarán ni declararán un cese del fuego, a pesar de enfrentar creciente presión diplomática global. Es un revés letal para un país en la confluencia del mundo árabe y África, donde hace cuatro años llegó a su fin el gobierno del añejo dictador Omar al Bashir, en parte a través de manifestaciones populares, pacíficas en gran medida.
A continuación presentamos un vistazo a cómo Sudán, un país con una larga historia de golpes de Estado, llegó a este punto y qué es lo que está en juego.
¿Qué precedió a los combates?
En meses recientes se habían estado realizando negociaciones para que el país regresara a la transición democrática, la cual fue suspendida por el golpe militar de octubre de 2021.
Bajo creciente presión internacional y regional, las fuerzas armadas y las FAR firmaron un acuerdo preliminar en diciembre con grupos prodemocracia y de la sociedad civil. Pero el acuerdo orquestado internacionalmente sólo proporcionaba esbozos generales y dejaba sin resolver los asuntos políticos más espinosos.
A lo largo de negociaciones tortuosas, las tensiones entre Burhan y Dagalo se incrementaron. Una disputa clave gira en torno a la forma en que las FAR se integrarían a las fuerzas armadas y quién tendría el control definitivo sobre los combatientes y las armas.
Dagalo, cuyas FAR estuvieron involucradas en acciones represivas brutales durante disturbios tribales y marchas prodemocracia, también intentó proyectar la imagen de que es partidario de la transición a la democracia. En marzo criticó a Burhan, diciendo que la cúpula militar no estaba dispuesta a renunciar al poder.
Los analistas argumentaron que Dagalo está tratando de blanquear la reputación de su fuerza paramilitar, que se formó a partir de milicias brutales implicadas en atrocidades en el conflicto de Darfur.
¿Cómo fue la situación se agravó?
Las FAR comenzaron a emplazar fuerzas el miércoles alrededor del pequeño poblado de Merowe, al norte de la capital. La localidad es estratégica, con un aeropuerto de gran tamaño, ubicación céntrica y una presa hidroeléctrica río abajo sobre el Nilo. Al día siguiente, las FAR también enviaron más efectivos a la capital y otras áreas del país, sin el consentimiento de los jefes de las fuerzas armadas.
El sábado por la mañana se desataron combates en una base militar al sur de Jartum, y ambas partes se recriminaron mutuamente de haber iniciado la violencia. Desde entonces, las fuerzas armadas y las FAR se han enfrentado entre sí con armas pesadas, incluidos vehículos blindados y ametralladoras montadas sobre camiones, en áreas densamente pobladas de la capital y la ciudad vecina de Omdurman. Las fuerzas armadas han bombardeado bases de las FAR.
Para el lunes, decenas de personas habían perdido la vida y cientos más estaban heridas a consecuencia de los combates.
Los enfrentamientos se extendieron a otras áreas del país, incluida la ciudad costera estratégica de Puerto Sudán sobre el Mar Rojo, y regiones orientales en las fronteras con Etiopía y Eritrea. También se reportaron combates en la región de Darfur, ya de por sí arruinada por la guerra, donde instalaciones de la ONU fueron atacadas y saqueadas. El organismo mundial indicó que tres empleados del Programa Mundial de Alimentos murieron en los enfrentamientos allí el sábado.
Perspectivas para cese al fuego
Las perspectivas para que haya un alto al fuego inmediato parecen ser escasas. Burhan y Dagalo se han negado a ceder, exigiendo que el otro sea el que se rinda. La naturaleza intensa de los combates también podría hacer más difícil que los dos generales regresen a la mesa de negociaciones.
Por otro lado, tanto las fuerzas armadas como las FAR tienen partidarios extranjeros, que pidieron unánimemente un alto inmediato de las hostilidades.
El calendario religioso musulmán también podría desempeñar un papel. Los combates se desataron durante la última semana del mes sagrado musulmán del ramadán, y esta semana se celebrará el feriado de tres días del Eid al Fitr, el cual marca el fin del mes dedicado al ayuno. La población enfrenta cada vez más necesidades, y muchos no pueden salir de sus viviendas debido a la violencia.
Mientras tanto, ha habido una oleada de contactos diplomáticos. El Consejo de Seguridad había programado una reunión el lunes para tratar el conflicto en Sudán.
El secretario de Estado estadounidense Antony Blinken dijo que habló sobre los sucesos en el país africano con los cancilleres de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos. El ministro saudí de Relaciones Exteriores indicó que se comunicó telefónicamente por separado con Burhan y Dagalo, y los exhortó a suspender "cualquier tipo de incremento en las acciones militares".
Las monarquías árabes del Golfo Pérsico son aliadas cercanas de las fuerzas armadas de Sudán, y también de las FAR.
Cameron Hudson, colaborador sénior del Centro para Estudios Estratégicos e Internacionales —un organismo de investigación— y exdiplomático de Estados Unidos, dijo que el gobierno del presidente estadounidense Joe Biden debería hacer que sus aliados en la región presionen para que haya paz.
"Sin esa presión, podríamos encontrarnos ante un conflicto con el mismo patrón que la guerra en Tigray (en Etiopía)", advirtió.
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